viernes, 14 de diciembre de 2007

Los Miedos en el Niñ@

LOS MIEDOS EN LA INFANCIA

Los niños, a lo largo de su desarrollo, padecen y experimentan numerosos miedos. La mayoría son pasajeros. El miedo a la separación, a personas extrañas, a la oscuridad, a la escuela y un largo etcétera, irán apareciendo y desapareciendo en determinadas edades y estadios evolutivos. Estos miedos les ayudarán a enfrentarse de forma adecuada a situaciones difíciles y amenazantes con las que se encontrarán a lo largo de su crecimiento.
La función del miedo en estos casos es proteger a la infancia de posibles daños. Los miedos son reacciones emocionales que forman parte del desarrollo y son constantes en la naturaleza humana. Es normal que los niños presenten miedos específicos
Función del Miedo
El miedo es la reacción normal y adaptativa que experimentamos cuando nos enfrentamos a estímulos (situaciones, objetos y pensamientos) que implican peligro o amenaza, teniendo un valor de supervivencia obvio. El miedo, como cualquier otra emoción, se manifiesta a tres niveles o tipos de respuesta:
· Expresiones conductuales visibles.
· Sentimientos y pensamientos subjetivos (en los humanos).
· Cambios fisiológicos acompañantes.

Tanto en los humanos como en los animales, aparecen diferentes tipos de estrategias de conducta que van desde la inmovilidad total hasta los ataques de pánico con huida desesperada de la fuente de peligro.Los sentimientos que aparecen con el miedo son sensaciones desagradables más o menos intensas (desde el simple malestar hasta el terror), urgencia de escapar y gritar, irritabilidad, ira, agresividad, sensación de irrealidad, percepción espacio-temporal alterada, falta de concentración, pensamientos irreales o distorsionados, etc. Las manifestaciones fisiológicas más comunes son:

· Ritmo cardiaco acelerado
· Sudoración excesiva
· Tensión muscular
· Sequedad de garganta y boca
· Sensación de nausea en el estómago
· Urgencias de orinar y defecar
· Dificultad en respirar
· Respiración rápida y entrecortada
· Temblores
· Dilatación de las pupilas
· Erizamiento del pelo
· Aumento de la presión arterial

Entre cambios bioquímicos que el miedo produce se encuentra la secreción de adrenalina (epinefrina) en las glándulas adrenales y noradrenalina (norepinefrina) en las terminaciones periféricas de los nervios del sistema nervioso autónomo, así como un incremento en la tasa de ácidos grasos libres y corticosteroides en plasma.

Si el miedo continúa durante un periodo de tiempo largo, producirá fatiga, dificultad para dormir, insomnio, pesadillas, pérdida del apetito, facilidad para sobresaltarse, agresión y evitación de cualquier situación temida.
Los recién nacidos muestran una conducta alterada y trastornada cuando tienen hambre, están cansados o nerviosos, antes que miedo propiamente dicho. En los primeros meses de vida el niño no responde con cautela ante estímulos novedosos pero si responde con gritos y lloros alertando a la madre en busca de protección cuando tiene hambre, dolor, frío o recibe una estimulación violenta como ruidos fuertes o ante la perdida de apoyo. Es una reacción muy adaptativa, ya que le ayuda a sobrevivir ante posibles peligros.

Se puede diferenciar diferentes tipos de llantos dependiendo si es llanto de hambre, de dolor o simplemente para llamar la atención o "falso" llanto. Sobre las dos primeras semanas los bebes lloran cuando se les retira algún objeto gratificante como el chupete o se interrumpe la alimentación. A medida que transcurren las primeras semanas el bebe empieza a prestar más atención a los estímulos novedos que a los familiares mostrando interés y recciones que pueden se de aprensión y miedo. Gracias al miedo existimos como especie.
De los 8 a los 12 meses el niño es capaz de reconocer y diferenciar los estímulos familiares de los extraños y comienza a mostrar miedo a las personas desconocidas.

Cuando empieza a caminar las respuestas de evitación se hacen más patentes al poder exteriorizar el temor huyendo del estímulo atemorizante y corriendo al encuentro de su madre.

Durante los dos primeros años de vida los temores van aumentando. El niño puede explorar su entorno teniendo más probabilidades de encontrarse con situaciones peligrosas, desde las caídas sin importancia, sufrir sustos de personas extrañas, percances con animales como los perros y no digamos con coches que circulan peligrosamente a escasos metros de nuestros enanos.
En el momento empiezan a poder comunicarse con el habla, el desarrollo cognitivo cambia así como la naturaleza los miedos. Se pasa de los miedos a daños físicos a miedos de carácter social.

Los niños más pequeños tienen miedos a seres imaginarios, ruidos fuertes, al daño físico, a la oscuridad, separación de los padres, a la escuela, animales, mientras que los adolescentes padecen más temores a hacer el ridículo, al fracaso escolar, a ser observado, al aspecto físico, a las relaciones sociales, a la muerte etc...




EDAD SITUACIONES ATEMORIZANTES
0-6 meses Ruidos fuertes, perdida súbita de apoyo y soporte.
7-12 meses Miedo a extraños, a la separación de los padres, a objetos que surgen bruscamente.
1 año Personas extrañas , separación de la padres, heridas.
2 años Ruidos fuertes, animales, separación de los padres.
3 años Mascaras ,oscuridad separación de los padres, animales.
4 años Ruidos, oscuridad, separación de los padres, animales.
5 años Lesiones corporales ,ruidos, oscuridad, separación de los padres, animales.
6 años Oscuridad, seres sobrenaturales, lesiones corporales, separación de los padres, ruidos fuertes.
7-8 años Estar solo, seres sobrenaturales, oscuridad, lesiones físicas, hacer el ridículo.
9-12 años Exámenes escolares, lesiones corporales, aspecto físico, truenos y relámpagos, muerte, oscuridad

Pautas de Actuación

El miedo a la oscuridad El ambiente del dormitorio debe ser agradable para estimular el descanso de forma relajada. La luz se puede ir eliminando de forma gradual si el niño se resiste a dormir y protesta cada vez que se apagan las luces, mediante el uso de reguladores de intensidad lumínica o ir cerrando progresivamente la puerta del dormitorio. El ambiente sonoro debe ser tenue, sin grandes ruidos que puedan interferir y distraer la conciliación del sueño. Esto no quiere decir que haya silencio absoluto, ya que el niño podría despertar al mínimo sonido. La temperatura de la habitación debe ser la adecuada Hay que acostumbrar a los niños a realizar siempre las mismas rutinas de conducta antes de acostarse para adquirir hábitos de conducta saludables: 1. La hora de acostarse debe ser siempre la misma y sobre todo temprana para poder descansar ampliamente y adquirir un hábito de sueño saludable. 2. Debe orinar y evacuar antes de irse a la cama . 3. Haber sido bien alimentado para no experimentar hambre o sed . 4. Cepillarse los dientes. 5. Ducha o baño. 6. Realizar actividades sosegadas previas al sueño.

No es recomendable juegos movidos o violentos que entrañen gran actividad física . Una de las grandes dificultades que se presentan con los niños pequeños al comenzar a dormir solos es la hora de salir los padres de la habitación y apagar la luz. En ese momento protestarán y pueden estallar con gritos y lloros . La actitud debe ser firme y segura. Consolarlos mediante caricias pero no cogerlos en brazos y sacarlos de la habitación para llevarlos al dormitorio paterno. Se permanecerá durante unos minutos junto a él para salir al cabo de un rato aunque no se haya dormido. Este procedimiento se repetirá hasta que entienda que no se va a salir con la suya. También pueden emplearse el uso de juegos en la oscuridad para superar el miedo como la gallinita ciega, el escondite, etc.


Ansiedad por separación

Los niños, a medida que van creciendo y desarrollándose, van adquiriendo nuevas habilidades que les permiten ser cada vez más independientes. En torno al año empiezan a caminar y puede explorar su entorno de forma progresiva sin la dependencia del carrito. Es un proceso inexorable hacia la independencia que tendrá su punto culminante en la adolescencia.
Que los niños sean autónomos en su funcionamiento es uno de los objetivos que los padres deben asumir en su educación. Ir eliminando progresivamente los apoyos que recibe el niño de los padres favorecerá el desarrollo de su independencia personal. Hay que evitar una sobreprotección y fomentar el aprendizaje de habilidades mediante el aprendizaje en áreas de coordinación motora, lenguaje, relaciones sociales, comportamiento individual, la iniciativa personal, lo que dará como resultado una autonomía personal mayor.
Es conveniente procurar que otras personas se relacionen con el niño y de esta manera disminuir la dependencia excesiva hacia los padres o adultos a los que está vinculado. De la misma manera, también es conveniente introducir como táctica complementaria, ausencias cortas al principio, como quedarse con los abuelos un ratito para después alargár las ausencias de forma progresiva con el paso del tiempo.
Un programa de intervención en la ansiedad de separación confeccionaría una jerarquía de situaciones en función de las siguientes variables :

Tiempo de separación

Distancia de separación

Miedos escolares


La asistencia a clase debe ser el objetivo prioritario en el tratamiento del miedo escolar. La resistencia a asistir a clase es una dificultad que hay que vencer para el tratamiento. La incorporación puede realizarse de forma progresiva a lo largo de varios días incrementando el tiempo de permanencia en el centro, o se puede realizar de forma súbita, en un solo día. Este ultimo tratamiento se realizaría en casos de miedos leves y moderados. En casos de miedo intenso se procederá a utilizar la primera forma, es decir, regresar de forma escalonada, más pausadamente.
El día de la incorporación a clase se deberá realizar en compañía de un familiar adulto o persona de confianza que dirija la vuelta al colegio controlando la situación para crear un clima agradable. Será conveniente enseñar al niño procedimientos de autocontrol como ejercicios de respiración profunda y frases tranquilizadoras. También es conveniente dar muestra de cariño y aprobación, que las actividades escolares sean amenas y los materiales escolares atractivos.
Hay que tener en cuenta que un niño con fobia escolar goza de mucho privilegios como son levantarse más tarde de la cama, desayunar sin prisa, ver la tele más tiempo y gozar de la atención y preocupación de los padres

Recomendaciones finales

1. No demostrar y manifestar los miedos delante de los niños.
El miedo puede transmitirse de padres a hijos mediante el aprendizaje por observación. Unos padres miedosos además pueden interfieren en la desaparición del miedo de los hijos impidiendo que estos exploren su entorno. La falta de experiencia influirá de forma decisiva en la consolidación de los miedos y su posterior transformación en las temibles fobias.
2. Seleccionar las lecturas infantiles adecuadas.
3. Contar cuentos agradables, exentos de terror y acontecimientos truculentos.
4. Fomentar la autonomía e independencia.
5. Seleccionar las películas a visionar, evitando las de terror y violencia.
6. Realizar cambios graduales en el entorno para acostumbrarlo a situaciones novedosas.
7. Reforzar los comportamientos valerosos.
8. Evitar la sobreprotección porque fomenta la dependencia.
9. Enseñar habilidades en relajación y autocontrol.
10. Y sobre todo, saber escuchar y dedicarles tiempo suficiente a nuestros pequeños.

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